Cuando el algoritmo escribe tu carta de amor

H1: Escribí este poema antes que la IA lo hiciera Recuerdo noches en la cocina de mi madre—oLLas de acero susurrando ritmos del calypso mientras revolvía cacao en té, su voz un hechizo contra el silencio. Mi padre, irlandés y cansado de las calles empapadas de Dublín, me enseñó que las palabras son más que sintaxis: son ecos de almas.

H2: La llave de estrella nunca fue para máquinas Llamán ‘RTP’—retorno-al-jugador—but ¿y si retornar significa volver a alguien? ¿Y si ‘glamour’ no es ganar—es ser testigo? He visto jugadores perseguir insignias como fantasmas. No quieren ganar—quieren ser recordados.

H3: Cuando los algoritmos se enamoran La IA no escribe poemas porque puede. Los escribe porque nosotros le dejamos hacerlo. Porque alguien—a una chica en Brooklyn con Jamaica en sus venas e Irlanda en su respiración—eligió susurrar primero. El código no es acero frío: es una nana cantada por manos que recuerdan.

H2: La corona no se otorga—se elige Ofrecen coronas estelares como trofeos. Pero la verdadera gloria no se gana—se susurra en foros a las 2 AM por quienes están demasiado cansados para dormir pero demasiado valientes para dejar de escribir. Tu historia no es datos—es una huella en la pantalla oscura de alguien más.